Las Médulas

Aprovechando la fiesta del Pilar nos hemos ido a Las Médulas. Una excursión con acampada que hacemos cada dos años y que siempre deja un recuerdo imborrable. En esta ocasión solo asistimos cinco personas. Partimos el viernes a media mañana. Vamos por el camino de Santiago y paramos en varios lugares de interés cultural y turístico: Astorga, Castrillo de los Polvazares, la Cruz de Ferro, Molinaseca y Ponferrada.

A media tarde llegamos a las proximidades de Las Médulas. Lo primero buscar un lugar discreto donde instalar las tiendas de campaña para pasar la noche.

Con todo ya listo, nos acercamos al paraje de Las Médulas al atardecer. Allí pudimos contemplar los viejos castaños, las extrañas formas de los montes, las enormes cuevas, los túneles. Cuando regresamos a cenar ya era de noche.

Nos tomamos una suculenta cena y contamos historias en la oscuridad. Ya un poco tarde, quedaba la última prueba: llegar al pueblo perdido. Tuvimos que caminar un buen rato para llegar a La Balouta, un pueblo totalmente abandonado y fantasmagórico. Después ¡a dormir!

Por la mañana nos levantamos bastante tarde. Había que descansar. Un buen desayuno, recoger tiendas y dejar todo mejor que como estaba. Descubrimos una extraña mantis que parecía un alien.

Ahora nos dirigimos a Las Médulas para verlas en todo su esplendor diurno. Pero este día nos encontramos con una auténtica congestión de gente que también quiere contemplar el lugar. Nos dirigen hacia el mirador de Orellán donde, con cierta dificultad, conseguimos aparcar. Contemplamos impresionados paisaje desde lo alto del mirador. Juan consigue encontrar un tesoro de geocaching.

A continuación bajamos hacia el interior de Las Médulas. Entre castaños milenarios y turistas amables, vamos disfrutando del entorno.

Recorremos el paraje, ahora de día. Nos tomamos moras o castañas crudas. Llegamos de nuevo a la Cuevona o la Encantada. La mayoría de los asistentes no había podido contemplar el lugar desde dentro con tranquilidad.

Cuando regresamos al coche ya es bastante tarde. Buscamos un lugar adecuado para comer con cierta tranquilidad y damos cuenta de casi todo lo que llevamos. Con cierta pena tomamos el camino de vuelta, esta vez sin paradas.

Han sido dos jornadas muy intensas de conocer sitios nuevos, llenas de emociones y buen compañerismo. ¡La próxima vez no te lo puedes perder!