Villasecino

La excursión de Trekking Familiar de febrero se fue retrasando por mal tiempo. Por fin el último domingo del mes pudimos hacer la excursión. Realmente fue un acierto, porque el tiempo resultó magnífico. Lástima que coincidió con los exámenes trimestrales de algunos de los habituales asistentes. De tal forma que estuvimos pocas personas. Solo seis: Conchi y Juan Carlos con Lucía, Alejandro, José María y Charly.


Iniciamos el recorrido en el pueblo de Villasecino. Caminamos hacia el norte por una pista forestal hasta llegar al alto de Las Canteras. Con 1.238 metros de altura, tiene unas vistas magníficas de una buena zona de la Babia. A nuestra derecha tenemos las cumbres de las Ubiñas cubiertas de nieve.


A todo esto, nos acompaña también Trufa, un perro de agua que viene con Lucía. Lucía también es protagonista, no solo por ser la única niña de la excursión. También porque estrena ilusionada los walky talkies que le trajeron los Reyes Magos.


Desde este punto el camino va descendiendo poco a poco hacia las praderas del valle. A los lados, en las zonas de sombra, tenemos nieve bastante dura. El camino es realmente sencillo, pero la ruta será larga.


Cruzamos la carretera y seguimos por la pista forestal hacia el norte camino de La Majúa. Hacemos una breve parada ante una fuente, para reponer fuerzas. Y de paso vamos descifrando el mensaje de un geocaching que queremos localizar en este pueblo.


Seguimos caminando bajo un sol deslumbrante con un cielo totalmente despejado. Tenemos una temperatura primaveral. Cerca ya de la Majúa paramos a contemplar unos caballos en un lado del camino.


Por fin llegamos a La Majúa, un pueblo estirado a lo largo del camino. En medio del pueblo nos tiramos al monte siguiendo las indicaciones del GPS para localizar el geocaching. Nos costó un rato localizarlo. ¡Y mira que era sencillo! El táper del caché estaba totalmente al descubierto en un rincón entre las rocas.


Nos apuntamos en la libreta del tesoro, dejamos una figurita y nos llevamos una cinta. Lo dejamos bien protegido en su sitio. Descendimos de nuevo al pueblo y buscamos un lugar para comer. Nos quedamos en un rincón al lado del río y a la sombra de los árboles. ¡Y eso que estamos en febrero!


Tras el descanso retomamos el camino. Nos dirigimos ahora por otra pista forestal hacia San Emiliano. En La Majúa un perro se encariñó de nosotros y ahora nos sigue a cierta distancia.


Llega un momento en que termina el camino forestal y debemos continuar por una senda entre las praderas próximas a San Emiliano. A los lados tenemos muchos caballos sueltos y algunas vacas. A lo lejos vemos una peña en el pueblo con abundantes nidos de cigüeña.


Llegamos a San Emiliano y nos dirigimos a un mirador en lo alto de una roca a la entrada del pueblo. El paisaje es magnífico: al lado unos cuantos nidos de cigüeña, cerca el río y las praderas de hierba, a lo lejos montañas nevadas.


Ahora tenemos que regresar hacia nuestro punto de partida. Nos toca caminar por la carretera durante casi dos kilómetros. Tenemos el sol de frente y hace bastante calor. Tenemos que estar atentos a los pocos coches que pasan. Trufa tiene que ir con la correa. Pero a Lucía le va bien, porque tira de ella. Ya llevamos unos cuantos kilómetros de marcha y se va notando.


Por fin tomamos otra pista forestal que nos lleva de nuevo a lo alto de Las Canteras. Tenemos que caminar entre unas praderas en las que hay abundantes charcos a consecuencia del deshielo. Trufa, haciendo honor a su raza, se mete en todos los lugares en los que haya agua. A Lucía hay que ayudarla, el cansancio está haciendo mella. Esta noche dormirá como nunca.


Ahora el camino es mucho más sencillo. Todo cuesta abajo hasta llegar a Villasecino. El perro que nos sigue desde La Majúa llega con nosotros hasta el pueblo.


Ha sido una caminata sencilla en una de las zonas más bonitas de la provincia. Sencilla, pero bastante larga. Un día espléndido.