Belén de cumbres de Jóvenes Montañeros
El pasado domingo, 3 de diciembre, nos fuimos de excursión con los Jóvenes Montañeros de Anciles. Nuestro plan inicial era ir hasta el puerto de Aralla y subir desde allí hasta el Cerro Pedroso, de poco más de 1.900 metros de altura. Pero esa semana había nevado algo y el puerto de Aralla necesitaba cadenas. Así que buscamos una alternativa: nos fuimos por Buiza hasta el pueblo de Folledo y desde aquí seguimos un camino hacia el norte que nos lleva hasta el Pico El Rubio, bastante más modesto.

Esta vez nos juntamos gente de todas las edades: Álvaro y Pelayo, Alejandro y Marcelo, David y Houston, y Charly y don Javier. Una vez en el pueblo tuvimos que buscar sitio para dejar los coches sin molestar. No había mucho sitio. Después emprendimos la marcha. El camino es claro y sencillo, pero tenemos unos ocho o diez centímetros de nieve y eso hace complicada la marcha.
Los chicos van jugando a medida que avanzamos. Llevamos trineo, hay nieve para tirarse bolas, encontramos caballos. En fin, la marcha es divertida, pero lenta. En algunos tramos hay más nieve en otros, de vez en cuando sopla un viento frío que hace más penosa la marcha. Pero lo pasamos bien.

En cualquier caso tras la primera hora de camino vimos que no llegaríamos a la cima prevista. No importa, disfrutaremos del precioso día y pondremos el belén en el sitio que más convenga. En un momento paramos para una gran batalla de nieve. Poco después vamos construyendo un muñeco de nieve. La nieve es muy blanda y en polvo, así que no es fácil hacer bolas grandes. Tras construir el muñeco se ponemos un petardo y queda un vídeo muy chulo a cámara lenta:
Encontramos un lugar más o menos seco. Allí paramos a comer. Se está bien al sol. No queremos que se haga tarde, en la carretera se puede formar hielo en cuanto se ponga el sol. Así que pondremos aquí el belén y regresaremos a partir de este punto. Como nos acompaña don Javier, tenemos un nacimiento bendecido y todo. Dejamos el belén al abrigo de una piedra, cantamos unos villancicos y emprendemos el regreso.

La vuelta, al ser cuesta abajo el más rápida. De vez en cuando alguno se deja llevar en el trineo. Ya cerca del pueblo encontramos de nuevo unos caballos. Esta vez nos podemos acercar a ellos. No se espantan.

Llegamos al pueblo poco después de las cinco de la tarde. Hay que cambiarse de calzado. Regresamos sin novedades a casa. Ha sido una excursión chula. Hemos echado de menos a algunos montañeros.
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