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Jóvenes Montañeros en el pico Runción

El día 1 de noviembre aprovechamos la fiesta para hacer una excursión. Esta vez nuestro objetivo fue el pico Runción, de 1.786 metros de altura, y situado cerca del Puerto de San Isidro. Los excursionistas son cuatro: Miguel, Juan, Marcos y Enrique con Houston y Charly que hacen de guías. La ascensión parte de la misma orilla del lago Isoba hacia el este.

Ante el lago Isoba

La pendiente rápidamente se hace bastante fuerte. Tenemos que avanzar entre el monte bajo, buscando el mejor camino. Ya a media ladera nos damos cuenta de que un rebeco nos observa con atención desde lo alto entre las rocas.

Rebeco observando

Tras un esfuerzo llegamos a lo alto de las primeras peñas, donde nos observaba el rebeco. Ahora una manada de varias decenas de rebecos corre por el valle ladera arriba. Parece que huyen de nuestra presencia. Es un espectáculo magnífico. Y nos les volveremos a ver en todo el día.

Rebecos corriendo

Seguimos la ascensión. Todavía nos queda bastante camino. Pasamos bajo la Peña los Niales, alrededor de la cual hay restos de una vieja trinchera. Ahora tenemos a la vista nuestro objetivo. Ya nos queda poco para llegar.

Miguel y Houston ante el Runcion

Ya al pie de la roca que forma el Runción avanzamos con cuidado, siguiendo los hitos dejados por otros montañeros. No es que tenga peligro, pero conviene subir por el camino correcto para evitar líos. A eso de la una y media hacemos cumbre.

En la cumbre del Rucion

Desde arriba las vistas son extraordinarias: San Isidro y sus picos, el Mampodre, el Susarón, la Peña San Justo, algunos pueblos cercanos. Es un pico muy sencillo de subir y con unas vistas muy chulas. En la cumbre tenemos un sol tímido, pero un poco de viento hace que haya que abrigarse.

En la cumbre hay algunos parapetos desde los que se pueden observar las carreteras y pasos cercanos. Nos refugiamos en uno de ellos para comer en un lugar agradable. Por la ladera norte hay un enorme precipicio por el que caen algunas piedras.

Panorama al noroeste

Ya por la tarde, tras jugar un rato en la pradera de la cumbre y observar todo bien emprendemos el descenso. Los chicos tienen ganas de jugar y alguno se esconde entre las rocas. Ya cerca del pie de la montaña tenemos que pasar por una zona de escobas. Es un paso complicado, pero a alguno le parece bastante divertido a pesar de caer al suelo con frecuencia.

Cayendo entre las escobas

Antes de regresar a casa paramos un rato en Puebla de Lillo para merendar un poco. Ha sido una excursión sencilla, fácil y divertida.

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